En la mira: el comienzo del fin

Por Ricardo Guanipa d’Erizans[*].

La consulta popular llevada a cabo ayer en Venezuela ha dado muchos más resultados que la elección del candidato presidencial de la oposición que enfrentará a Nicolás Maduro en el 2024 —bueno, si aun continúa en libertad para esa fecha, porque de la DEA nunca escapara—.

Pero, como dije, el proceso del domingo ha enterrado a la generación del 58, esa misma que crearon a Chávez para que tratara de dar un golpe de Estado a Carlos Andrés Pérez y terminó dándoles un golpe de Estado a los lideres de los partidos políticos que han sido tan ineptos que no pudieron derrotar al chavismo en 25 años y ahora están absolutamente deslegitimados como voceros de millones de venezolanos que adversan al PSUV, quienes han entregado su confianza y esperanzas a la señora María Corina Machado para que tome las riendas del país.

Recordemos que María Corina en su carrera política ha sido victima de la feroz maquinaria de guerra sucia dirigida desde los laboratorios de los adecos en complicidad con el chavismo, pero ahora es Machado la máxima autoridad política de la oposición y el primer paso es suspender de inmediato falsos acuerdos con los malandros de Miraflores.

El segundo gran revolcón al régimen ha sido el propio proceso electoral, eficiente y transparente, puesto que en cuestión de horas de cerrar los comicios se dio el primer boletín con el 26% de las actas dándole una contundente ventaja a María Corina Machado con el 93% de los votos a favor. Si bien, lo importante en esto es que la única forma en que los venezolanos tengamos una elecciones justas es sin la actual directiva del CNE y sus maquinas roba votos compradas por el estafador Jorge Rodríguez para acribillar el voto opositor. Por esa razón han salido con esa babosada de hacer una consulta disparatada sobre el Esequibo, territorio que Chávez y los militares chavistas, socialistas antimperialistas le regalaron a Guyana y ahora utilizan como excusa para sacar las viejas maquinas roba votos para calibrarlas antes de ser usadas en otra estafa electoral, pero eso no va a ocurrir porque nadie acatara el llamado de los vende Patria del próximo 3 de diciembre, aunque amenacen en robarles los aguinaldos a quien no se preste a la farsa de Jorge Rodríguez, que en realidad tiene como objetivo hacer el simulacro del robo electoral del 2024. Por ese motivo, las elecciones tienen que ser con un proceso manual, de lo contrario será más de los mismo; retardaran el proceso, suspenden internet y revierten resultados a favor del chavismo.    

Hasta ahora ya les he nombrado tres grandes triunfos del pasado domingo que son: (i) la elección de María Corina Machado en contra de todo pronóstico; (ii) el fin de los dinosaurios políticos y sus cachorros perversos de la oposición; y (iii) elecciones con sistema manual, desechando el sistema automatizado ladrón del régimen.

Sumado a esto, aún queda otro fenómeno ocurrido el domingo, y es la exclusión del Plan Republica orquestado por Militares Chavistas, Socialistas y Antiimperialistas que todo resultó de maravilla el domingo gracias a que esos inútiles izquierdistas brillaron por su ausencia en los centros de votación, instalados exitosamente en todo Venezuela, mientras que las actas del proceso fueron custodiadas por la propia sociedad civil, mil veces más honesta que cualquier militar socialista.

Por esa razón hay que excluir a todas las fuerzas armadas en la próxima elección presidencial, ya que ha sido demostrado que son parte del problema y son el brazo armado del PSUV; prueba de ello es que sin pudor gritan con histeria que son Chavistas y Socialista, violando la Constitución y el reglamento militar que establece que la Fuerza Armada son apolíticas, pero reiteradamente cometen sus crímenes en cualquier parada militar —que ya nadie ve ni sigue con orgullo como pasaba antes en la Cuarta Republica en el paseo de Los Proceres, donde los ciudadanos quedaban atentos de la presencia del batallón elite de Cazadores, mezclados con impecables marinos y sus uniformes blancos, seguidos por los hombres de azul de la fuerza aérea. Eso se perdió. Ahora lo que hay es una parranda de redondos militares panzones a quienes las FARC y el ELN les patean el trasero—.

En conclusiones, tenemos cuatro elementos fundamentales para poder derrotar al régimen: (i) la candidata Machado solvente de favores a la mafia del G4; (ii) el nacimiento de nuevo liderazgo político en el país; (iii) elecciones manuales y (iv) la exclusión de las fuerzas Armadas; cuatro temas vitales para derrocar la dictadura.[*]  


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Este es el final, o estamos cerca de ello

Por Leroy Garrett.

La ruta hacia el próximo fraude corre rauda y sin interrupción. Con respecto a la posible candidata de la oposición conveniente, ha recibido hace pocos días el “apoyo” —o agravio— de voluntad popular. Sí, el partido de Guaidó y Leopoldo López, el de la presidencia “interina”, el partido que quebró los apoyos internacionales a la causa democrática, desapareció el dinero de la ayuda humanitaria, hizo el ridículo el 30 de abril del 2018 en la Carlota, quebró la empresa Monomeros y que como partido no es más corrupto que el PSUV porque no ha gobernado.

Las facultades de ciencias políticas y centros de pensamiento del mundo estudiarán la dictadura chavista por supuesto, pero especialmente que requería un político opositor colaboracionista para lograr la candidatura presidencial; y todos los colaboracionistas han tenido las siguientes virtudes de papel, por ejemplo; Valentía, “Venezuela sin miedo” (Petkoff), “si me muero y me matan” (Rosales), “Gano y cobro” (Capriles) y “hasta el final” (Machado).

También poseen al inicio, un atributo de “incorruptibles”, se muestran a la opinión pública cansada de la polítiqueria, con un manto de pureza que da un beneficio de «inocencia» que, junto a la Valentia, eleva al aspirante a un nivel de procerato bien incuestionable.

Luego viene el capituló de la próxima emboscada fraudulenta llamada «Primarias», en ella se le consiente al “ungido” colaboracionista aceptar el apoyo de aquellos que condenó inicialmente de corruptos para diferenciarse y que ahora se justifica porque “en la unidad está la fuerza”.

Inmediatamente pasamos al próximo capítulo, ¡VOTA! Y las consignas son “si todos votamos no hay fraude”, vota, no importa que sea con las maquinas de la dictadura con un padrón electoral que no se depura en casi un cuarto de siglo y un plan republica que quema toneladas de urnas y votos que harán el triunfo de la tiranía de nuevo sea «irreversible».

Por otro lado los diligéncistas de la dictadura y sus homólogos colaboracionistas se prestaban a firmar un acuerdo cuya clara intención es pedir el levantamiento de las sanciones petroleras o el plácet a Chevron para apoderarse del control de la muy decaída producción nacional.

Ese acuerdo en Barbados que en nada obliga al chavismo a cumplir, habla de realizar “elecciones justas”, las preguntas son: ¿Cómo se come eso? ¿Qué significa electoralmente la palabra “justa”? ¿Por qué en lugar de ello no se invocaron las mismas como libérrimas, directas y secretas?

El levantamiento de sanciones y el aumento de producción petrolera, que necesita la progresiva restauración de una destruida infraestructura, pasan por la garantía de que se mantenga la autoridad y la oposición colaboracionista de un gobierno que no califica para tal fin.

María Corina Machado sigue inhabilitada por la dictadura, el escenario evidente es que esa inhabilitación va a ser levantada, y entonces Capriles o Rosales lanzarán sus candidaturas para dividir la posible avalancha de votos opositores garantizando que nada cambie. De ser así, ¿Ese es el «final» que ha prometido la Machado?

En resumen, la normalización del negocio petrolero, y la oposición colaboracionista requieren de nuevo al «Gran Elector», a saber: la Dictadura. El problema político venezolano sólo puede resolverse internacionalmente con un «Gobierno en el exilio», ¡Pero ya!

En la mira: Chavismo controla 75% de la dirigencia política opositora

Por Ricardo Guanipa d’Erizans.

El narcorégimen venezolano de Nicolas Maduro tiene control político de las decisiones del mal llamado G4 –integrado por Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Primero Justicia—.

Diosdado Cabello cuenta con dos incondicionales aliados dentro de la oposición; el primero es el Vicepresidente de la Internacional Socialista Henry Ramos Allup, quien históricamente ha sido el informante del régimen de los planes opositores. Cabe recordar que anteriormente Ramos rendía cuentas al anciano perverso José Vicente Rangel, a quien unía ideológicamente a Ramos el Movimiento al Socialismo MAS, del cual era miembro, es decir la misma mente comunista en distintas cabezas.

El otro aliado de Diosdado Cabello es Henrique Capriles, ambos han estado envueltos a actividades de corrupción en la gobernación de Miranda, especialmente Cabello, a quien Capriles se encargó de tapar los estragos ocasionados por el teniente narcotraficante y asesino del Furrial.

Mientras que, por su parte, Jorge Rodríguez maneja a su antojo a Manuel Rosales y Gerardo Blyde, a quienes les impone agendas en beneficio del PSUV y Maduro a cambio de uno que otro contrato; por ejemplo, a Blade con la recogida de basura en distintas ciudades del país y Rosales con su debilidad que es la ganadería.

Sin embargo, Freddy Superlano se ha declarado en rebeldía con la anuencia de Leopoldo López desatando la furia de Ramos Allup y su bastión socialista simplemente porque Voluntad Popular se liberó de las cadenas del PSUV y el anuncio del apoyo a María Corina Machado, al declinar como candidato a las primarias presidenciales opositores, a puesto a la oposición oficialista del G4 a tomar valeriana en dosis reforzadas.

No obstante, Ramos Allup, Gerardo Blyde, Manuel Rosales y Henrique Capriles, chavismo duro y puro, siguiendo la estrategia de Jorge Rodríguez, anunciaron la semana pasada una nueva jornada de reuniones con sus aliados políticos del PSUV en México, país gobernado por un extremista comunista que detesta a la oposición legitima venezolana y apoya a los terroristas musulmanes de Hamás en el conflicto armado en la franja de Gaza.

Oiga bien, la oposición chavista venezolana no da puntada sin dedal, anteriormente habían seleccionado a Republica Dominicana simplemente porque los adecos tenían y tienen comprado al entonces presidente Leonel Fernández, socialista pro-Fidel Castro en Cuba, con la entrega de petróleo venezolano pagadero a largo plazo, lo que permitió que el presidente corrupto dominicano pudiera revendier el crudo en el mercado libre a Grecia, entre otros países. Entiéndase que Henry Ramos Allup y miembros de la Acción Democrática corrupta y chavista de hoy fueron los artífices de éste plan perverso para consolidar a Maduro y al chavismo en esa estúpida jornada de dialogo, que solo sirve para oxigenar y dar tiempo al régimen para apaciguar las aguas de protestas en Venezuela.

El Chavismo del G4 hace gigantes esfuerzos para suspender las primarias pautadas para el 22 de octubre ya que saben que quedaran políticamente liquidados y deslegitimados como representantes de la sociedad civil venezolana para cualquier negociación con Maduro.

El chavismo y la oposición chavista son expertos en crear falsos positivos para llevar a la opinión pública al camino que ellos quieran, es ponerle gríngolas al ciudadano para que vean lo que ellos quieren que vean, es por esa razón que gobierno y oposición corrupta inventan reanudación de diálogo en México.

Es inverosímil que los partidos que pretenden participar en ese bacanal político en México son repudiados por la mayoría de los venezolanos; y para la muestra un botón, sus candidatos gozan del rechazo popular al igual que el chavismo.

Lo sensato es que esos políticos prepagos opositores están obligados a esperar el resultado de las primarias y el candidato ganador debe decidir quien representa al país en ese encuentro que debe ser público y en una ciudad como Washington DC o San Salvador, hasta Roma es viable, pero no un país gobernado por ñángaras comunistas antidemocráticos.

Yo seguiré atento a las primarias y denunciando el sabotaje de Henry Ramos Allup y Diosdado Cabello para suspender la consulta popular pautada para el próximo 22 de octubre, ese par de malandros se están jugando el enchufe que los pudiera dejar sin electricidad a partir del próximo 22 de octubre, es por eso que los venezolanos decentes debemos defender y proteger la realización de las primarias que, sin animo de exagerar o crear falsas expectativas, pudiera ser el comienzo del fin para derrotar la cleptocracia socialista que gobierna Venezuela con el apoyo de la cúpula política corrupta opositora.

Pero, como si fuéramos poco, parió la abuela, pues venezolanos socialista de izquierda que viven en EE. UU. y son expertos coqueteadores políticos socialistas del partido Demócrata, con cuestionables hojas de vida de honestidad, presionan al anciano Joe Biden para que firme acuerdos a favor de Maduro, como el millonario negocio que hicieron los venezolanos corruptos para liberar a los sobrinos narcotraficantes de Maduro, quienes debieron cumplir una condena de 18 años en una cárcel federal por tráfico de cocaína.

Ahora nuevamente los opositores corruptos firman acuerdos en contra de la democracia venezolana para beneficiar al régimen con la complicidad de Biden y sus socialistas Demócratas, los mismo que han tenido entrampado al pueblo cubano por más de sesenta años manteniendo a los sicarios de los hermanos Castro en la Habana[*].


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El comunismo, apología del delito

Por Antonio Semprun, coronel de la Guardia Nacional.

El comunismo es el acto preparatorio de una acción criminal, difunde ideas y doctrinas que incitan la comisión de delitos, y eso es justamente lo que ha ocurrido en los países donde se ha implementado.

Por ello, el comunismo como tendencia debe ser eliminado de toda tarima pública o política, porque hay quienes lo izan como solución a los escenarios económicos y sociales que enfrenta un país, y aquel que acaricia, abrace o impulse esa tendencia, después de los resultados que deja donde se ha infiltrado, debe ser juzgado por incitar a la comisión de delitos.

Así como un arma de fuego en la mano de un criminal es una grave amenaza a la vida y propiedades de un ser humano, porque de manera premeditada y alevosa intenta robarlo y quitarle la vida, es el comunismo para la sociedad; el comunismo es esa arma de fuego para la democracia, los derechos humanos, el erario nacional, la soberanía de un país y la tranquilidad de su gente.

Después de la 2da guerra mundial, y como resultado de los juicios de Nuremberg, la ideología nazi fue “condenada mundialmente”. Pero no basta una condena ante la tragedia que se le infringe a un pueblo el comunismo, porque es racia y salitre, donde se ha implantado lo único que ha dejado ha sido muerte, desolación, ruina, miseria, destierro y una vertiginosa clase de nuevos ricos.

Quien le quita la vida a un ser humano y lo despoja de sus propiedades es un asesino y un ladrón, por lo que debe ser juzgado y sancionado. Pues, eso es el comunismo, pero como no se puede juzgar y sancionar una doctrina, hay que erradicarla para evitar que falsos profetas con agendas ocultas lo utilicen para seguir destruyendo.

El comunismo es una apología del delito, lo demuestra el balance de muertes ocasionado tras su implementación muy superior a cien millones de muertos, que equivalen a cuatro veces más que los atribuidos por el mundialmente condenado nacionalsocialismo de Hitler.

Estado, gobierno, Dios y orden social

Por Roymer Rivas[*], coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico

Si alguien le pregunta: “¿Qué es el Estado?”, ¿Qué respondería? (…)

Seguramente diría que es una institución necesaria para el avance de la sociedad, ya que presta sus servicios al público y vela por el bienestar de todos; después de todo, esto es lo que nos han “enseñado”; desde pequeños nos bombardean con misiles ideológicos al decir que el Estado “es necesario para mantener la paz en la sociedad”, nos lo pintan como una entidad “afable” que vela por el bienestar de todos, cuando en realidad es totalmente lo opuesto. Y esta afirmación no la hago desde el vacío, no es una opinión lo que estoy emitiendo, estoy hablando de hechos, y conocerlos es de superlativa importancia.

He conocido personas que se hacen del dicho “la ignorancia es una bendición”, y puede que tengan cierto grado de razón, dependiendo de las circunstancias en las que se aplique el pensamiento; pero cuando se trata del sistema que rige cada campo de acción de su vida, en mayor o menor grado, entonces la ignorancia de su mecanismo es una maldición, en la medida en que sufrirá, como lo sufre hoy, como lo sufrimos todos, las consecuencias de dejarse engañar y controlar por un sistema que le consume y es culpable de la mayoría —por no decir todos— de los problemas que acaecen a la sociedad en la que nos desenvolvemos. Hoy pretendo explicar por qué es un error ver el Estado tal y como se concibe hoy, y te invito a leerme con pensamiento crítico, poniendo en duda incluso este texto. Sin más que agregar, inicio.

El Estado, lo que no es

La palabra “estado” proviene del latín status, que se refiere a condición, prestigio, posición, rango, y, a su vez, éste  deriva del verbo stare, que significa “estar de pie” o “estar parado”. Con esto en mente, piense en los dos siguientes puntos: cuando alguien está “de pie” se encuentra por encima de quienes están sentados; a su vez, como el termino indica rango o prestigio, puede que todos estén parados, pero él es quien está por arriba de todos ellos. Con esto quiero mostrar que El Estado está conformado por personas que tienen una posición de poder por encima de todos los demás. Y nótese que acabo de decir que “está conformado”, porque El Estado en sí mismo no es una persona, no es un ser racional, más bien, es una entidad conformada por personas que están organizadas jerárquicamente y que tienen la condición de mandar a otros.

De esto se infiere entonces que no todo el mundo es El Estado, porque no todos tenemos el rango como para estar por encima de otros y ejercer fuerza para que hagan lo que queremos; es mentira que “todos somos el Estado” o, para decirlo de forma más romántica, es mentira que “El Estado es el Pueblo”. Esta falacia, que confunde al Estado con la sociedad, queda al descubierto cuando hacemos el mismo razonamiento que hizo Murray Rothbard: parafraseándolo, si realmente todos fuéramos El Estado o el gobierno, entonces cualquier arbitrariedad que éste le haga a alguien no podría considerarse de injusto o tiránico, sino que también es “voluntario de parte del individuo involucrado”; si le debiéramos al estado, entonces “nos lo debemos a nosotros mismos”; si alguien es condenado a prisión por expresar ideas contrarias al gobierno, entonces no hay nada grave en ello, porque, en realidad, “se lo hizo a sí mismo”; si el Estado o gobierno asesina a alguien, entonces no fue un asesinato, sino un suicidio[1]; y así se pueden seguir con los ejemplos, pero creo que esto es suficiente para ilustrar el punto.

Ahora bien, la cosa no para allí: es necesario desdeñar y desmitificar toda buena creencia referente a esta entidad…

El Estado definido

Está bien, el Estado “no somos todos”, son solo unos pocos quienes lo conforman, pero ¿Está bien eso? ¿Es correcto que unos pocos gobiernen sobre otros? La respuesta a esta pregunta dependerá de otra ¿Cómo se forma y ejerce ese gobierno? Si el gobierno se forma mediante acciones voluntarias y, al mismo tiempo, es aceptado voluntariamente, entonces es legítimo, no cabría ningún tipo de problema; porque podríamos salir de él cuando quisiéramos. Sin embargo, éste no es el caso.

Desde su génesis, el Estado es resultado de la coacción, es violencia pura, y surge cuando cierto grupo de humanos se dan cuenta que tienen la suficiente fuerza de someter a otros para amoldarlos a lo que ellos quieran y como quieran, con el fin de conseguir lo que ellos quieran. Por este motivo, tanto en el pasado como en el presente —en donde se justifica la entidad con el “interés general” y no se concibe un mundo sin él—, el Estado es resultado del interés de la casta que tiene el poder y lo ejerce para someter a los demás.

No tengo la intención de hablar detalladamente sobre la historia del Estado para ilustrar la reflexión con hechos históricos, eso escapa de los fines del presente escrito y, además, para eso contamos con obras como las de Gaston Leval[2], Franz Oppenheimer[3] y Anthony de Jasay[4] –obras que recomiendo leer acérrimamente–, aquí solo me limitaré a exponer con argumentos lo que en esencia es la institución.

En esta línea, si estudiamos toda la historia humana, con todo lo anterior presente, tenemos que el Estado puede resumirse entonces en las siguientes palabras: gobierno de coacción ilegitima de humano sobre humano. A esta coacción, en donde unos pocos modifican el comportamiento de otros a través de la violencia para alcanzar sus fines a costa de otros, Oppenheimer la llamó “medios políticos”; y contrasta con los “medios económicos” del que el ser humano se ha valido y ha desarrollado gracias a la aplicación de sus facultades mentales, que le permiten valerse de los medios a su alcance para conseguir fines propios a través del trabajo y el esfuerzo, lo que a su vez les permite valerse de sí mismo mientras ayuda a otros en el camino, aún sin darse cuenta de ello o quererlo deliberadamente.

Hoy todavía existen personas que piensa que puede salir algo bueno de esto, engañados esperan que El Estado venga a solucionar sus problemas, pero no se dan cuenta que el mismo posee una dinámica propia, totalmente apartada de la sociedad —a pesar de que los regímenes democráticos traten sin éxito de ocultar este hecho—, y que esa dinámica no es otra que utilizar todos los medios violentos a su alcance para hacer valer su palabra cuando quiera, como quiera y donde quiera, siempre en detrimento de la libertad individual de las personas. Entender cómo se constituye, mantiene y lo que es naturalmente el Estado —coacción continua, hoy violencia sistemática e institucionalizada— da paso a la plena comprensión del siguiente hecho: la mera existencia del Estado es igual a la existencia del Socialismo; y, por consiguiente, una discusión del tamaño del Estado es en realidad una discusión de cuanta dosis de Socialismo debe soportar la sociedad.

El hombre en la búsqueda o construcción del poder siempre dio origen al Estado. Esa acción siempre le llevó a ponerse por arriba de otros, sometiéndolos a su voluntad con la amenaza de emplear la fuerza contra aquellos que no ajustasen a sus directrices. Surge de esta manera, después de evolucionar durante un periodo muy dilatado de tiempo, las instituciones políticas tal y como las conocemos hoy, que son medios más sofisticados de arremeter contra los actores sociales sin que ellos se den cuenta de ello en algunas ocasiones.

El Estado en el presente

En la actualidad nos encontramos con una entidad abstracta que se divide en un conjunto de instituciones o poderes —tradicionalmente: ejecutivo, judicial y legislativo; pero también se le suman, en el caso de Venezuela, el Ciudadano y el Electoral—, que terminan subdividiéndose en conjuntos y subconjuntos de poderes más pequeños repartidos en todo el territorio de la nación —regiones, estados federales, municipios, parroquias—, y que debe velar por el bienestar social. ¡Qué contradicción tan grande!

En principio, todo esta maraña estructural esconde el fundamento del Estado, solo funge como una cortina que oculta todo un complot detrás de ella: El Estado no son instituciones, ellas no piensan por sí mismas, El Estado es un ente abstracto conformado por personas que, como ya mencioné, se organizan jerárquicamente con el objetivo de ejercer poder sobre la sociedad —claro, siempre diciendo que por el famoso “bienestar general” o “bien común”—. Ya lo dijo Frederic Bastiat: “El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo”[5], es la gran realidad en donde un grupo se aprovecha del trabajo de otro.

Ahora, si bien todo esto consigue establecerse gracias a la violencia —sin violencia, no hay Estado—, consigue ser aceptado mediante el culto y la imaginación; si le pide a alguien que le explique detalladamente qué es el Estado, no le sabrá responder concretamente, a lo sumo, esa persona apelara a cómo está constituida su nación, a las líneas de un mapa o a los símbolos patrios para dar respuesta. Pero esa persona sabrá fácilmente que, en el fondo, la institución no es más que un gobierno de coacción ilegitima de humano sobre humano que se mantiene gracias a dicha coacción.

Es por esta razón que se puede afirmar que buena parte de los males de la humanidad se deben a una única cosa: El Estado; el humano o un grupo de humanos valiéndose de su fuerza para coaccionar a otro hombre o grupo de hombres; el hombre ambicionando poder, pero no por el simple hecho de ambicionarlo, sino para usarlo para sus propios fines en detrimento de otros. Si bien puede que no sea la causa de todos los problemas, sí constituye un limitante en la resolución de los mismos.

Dios, la biblia y el Estado

Todo lo anterior tiene incluso sustento bíblico o teológico: la palabra de Dios indica que “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”[6], para dañar la misma existencia humana. Fuera de los desastres naturales, las grandes atrocidades que han ocurrido en toda la historia de la humanidad, y siguen ocurriendo, como guerras o hambre, tienen el mismo nexo causal o limitante para resolverlos: El Estado —tal y como lo hemos definido aquí—.

No es de extrañar que —para quienes creen en un Dios creador— el primer Estado que menciona la Biblia, dirigido por Nemrod, quien es fundador de ciudades y de sistemas políticos de gobiernos, intenta establecerse como una oposición directa a Dios y sus propósitos[7]; incluso, muchos después de que el mundo se alejara de Dios, su pueblo escogido —Israel— carecía de este tipo de gobierno coactivo, pues, era dirigido directamente por él a través de portavoces como, por ejemplo, Moisés[8].

Otro hecho es que, después de años, como estaba previsto, Jesucristo llega a la tierra y se tiene que enfrentar a Satanás, donde en una oportunidad éste lo tienta ofreciéndole “todos los reinos del mundo” si le rendía un acto de adoración[9], pero Jesús lo rechaza; lo que hace pensar lo siguiente ¿El Diablo podía ofrecer algo que no le pertenecía? Claramente no, si ese fuera el caso, entonces no hubiera constituido una tentación para Jesús, puesto que era imposible que el Diablo le diera algo que no era suyo; por tanto, para que Satanás le ofrezca “todos los reinos de la tierra”, tenían que ser suyos; por lo que llegamos a una conclusión lógica: si el Socialismo es la idea o creencia del Diablo, entonces el Estado es la personificación del mismo.

Todo el sistema político mundial yace bajo el poder del inicuo, es Satanás quien está a cargo de los Estados del mundo[10]; de tal modo que se puede decir que los políticos, esos que conforman el Estado y que viven a costa de los demás, por muy buenas intenciones que tengan, son los representantes visibles del Diablo en la tierra. En adición, es necesario destacar que Jesucristo en otra oportunidad huyó hacia las montañas cuando vio que el pueblo quería hacerlo Rey[11] y que el fin de todos los gobiernos humanos –de los Estados del mundo– es la destrucción[12]. El resumen Bíblico es claro[13], el Estado es una entidad del mal, así que no se puede esperar buenos resultados cuando se apela al mismo para satisfacer las necesidades humanas.

Resumen de lo que es el Estado

En conclusión, El Estado es un ente parasitario, invasivo y muchas veces asfixiante, un ente que tiene una dinámica propia y se vale de los medios políticos para conseguir sus fines —que son los de las personas que lo conforman—; por tanto, no importa quien se haga con el poder, porque el sistema tiene los mecanismos y el incentivo suficiente para corromper a esa persona o, en caso de no corromperla, no dejarle hacer nada que vaya en contra de la naturaleza de la misma institución. Por tal motivo, la política institucional que conocemos hoy —políticos, sistema de partidos, Democracia, o cualquier otra cosa que se le parezca— no es el medio para solucionar los grandes problemas de la humanidad[14]; es, más bien, el único causante de los mismos.

Habiendo explicado lo anterior, se puede afirmar entonces que El Estado es el gran enemigo de la humanidad —y de Dios—. Además, la misma dinámica propia del Estado hace que todo aquel que piense que puede controlarlo, modificarlo o usarlo para el bien social sin causar más males que los bienes que intenta crear, tiene altas probabilidades de pecar de iluso; es más utópico el controlar o limitar el Estado, que vivir en sociedad sin él. En última instancia, el Estado, valiéndose de la violencia sistemática e institucionalizada, modifica el comportamiento humano en contra de su voluntad y limita al hombre de una satisfacción mayor en su búsqueda de la felicidad.

Las grandes guerras del pasado y del presente, y demás problemas de las sociedades pasadas y presentes, surgen o no encuentran solución por los Estados del mundo. La monarquía, minarquía, socialdemocracia, el conservadurismo, corporativismo y las demás grandes corrientes o variantes del Socialismo, como el socialismo de mercado, autogestionario, soviético, científico, cristiano, el sindicalismo y todo lo que la mente pueda imaginar, tienen un punto en común: el ser humano dominando por coacción ilegitima a otros humanos; por tanto, todas esas concepciones son Socialismo. Puede que cambien en intensidad, matices y/o colores, pero son esencialmente lo mismo. Cualquier concepción de alguna institución que se valga de la coacción para modificar el comportamiento de otros, de los medios políticos y no de los económicos, en pos de conseguir fines propios, es una aberración que atenta contra la propiedad y la libertad y, por tanto, es Socialismo. Sin más, termino esta sección repitiendo las siguientes palabras: la mera existencia del Estado es Socialismo; y, por consiguiente, una discusión del tamaño del Estado, cuán grande o pequeño debe ser, es en realidad una discusión de cuanta dosis de Socialismo debe soportar la sociedad.

Algunas aclaraciones finales

            Quiero terminar acotando que he sido especifico al momento de definir lo que es el Estado, he dicho “gobierno de coacción ilegitima de humano sobre humano”, por lo que se puede inferir que pueden haber gobiernos de coacción legitima de humano sobre humano para poder mantener el orden social —que es lo que en particular defiendo, de hecho—. Muchas personas tienden a confundir el concepto de “Estado” con el concepto de “Gobierno”, y esto es un grave error; en principio, la existencia del Estado es solo un modo de gobierno, no el único. Algunos libertarios bisoños tienden a caer equivocadamente en (i) la aversión a todo tipo de gobierno y a (ii) todo tipo de coacción, sin darse cuenta con esa postura solo alimenta —y con razón— la creencia de que todo sería un caos si no existiera el Estado.

            La discusión sensata no es si debe haber gobierno o no, sino en cuál es el mejor modo de gobierno —fuera del régimen estatal, que claramente no lo es— para que la sociedad se organice en paz y armonía. Empero, tocaré el tema de las diferencias entre los conceptos de Estado y Gobierno en otro ensayo, donde me adentraré además en ese tipo de orden social sin Estado, pero con gobierno.


[1] Murray, Rothbard. 1974. El Igualitarismo como Rebelión Contra la Naturaleza y Otros Ensayos. Auburn, Alabama. Segunda edición publicada en el 2000 por el Ludwig von Mises Institute. Cap. 3: Anatomía del Estado, pág. 49.

[2] Leval, Gaston. 1978. El Estado en la Historia. Publicado por Editorial Zero.

[3] Oppenheimer, Franz. 2014. El Estado, su historia y evolución desde un punto de vista sociológico. Traducido por Juan Manuel Baquero Vázquez y publicado por Unión Editorial. (La versión original fue publicada en Alemania en el año 1908 bajo el título: Der Staat).

[4] De Jasay, Anthony. 1985. The State. Publicado por Indianápolis, IN: Liberty Fund, Inc. Existe una versión en español traducida por Rafael Caparrós Valderrama y publicada en 1993 por Alianza Editorial bajo el título: El Estado: la lógica del poder político.

[5] Bastiat, Frédéric. (1848). El Estado. Publicado en el Diario de Debates. La versión consultada es la que se encuentra en “Frédéric Bastiat: Obras Escogidas” (2009), segunda edición publicada por Unión Editorial.

[6] Eclesiastés 8:9.

[7] Génesis 10:8-12; 11:1-5. Según la costumbre de la antigua Babilonia y Asiria, el término “cazar”, no solo se aplicaba a animales salvajes, sino también a campañas militares emprendidas contra personas como presa; por lo que hay derramamiento de sangre humana de por medio —violencia—. Esta acción se realizaba por puro placer.

[8] Todo esto lo podemos observar cuando estudiamos la Biblia desde Adán y Eva hasta la época de vejez del profeta Samuel —libros desde Génesis hasta 1 Samuel cap. 8—. Es necesario destacar que la época de Reyes que inicia en Israel después de su solicitud —que había causado enfado en Dios y les dijo que sufrirían las consecuencias de tener un gobierno humano (1 Samuel 8:9-22; 10:17-25)—, dado que habían rechazado su autoridad. Dios sabía que era imposible que surgiera algo bueno para la humanidad de este tipo de gobierno de humanos sobre humano, sin embargo, al principio inicia bajo la tutela de Dios; es decir, los reyes no menoscababan la soberanía de Dios, sino que éste permitía que se sentaran en su trono (1Cronicas 29:23) y los reyes se tenían que apegar a los estatutos que Dios establecía: y cuando no lo hacían, todo el pueblo sufría las consecuencias (Deuteronomio 17:16-20; 1 Samuel 12:13-15, 20-25) —algo que, en mayor o menor grado, iban a sufrir sí o sí, no podía ser de otra manera; toda la historia bíblica de los Reyes lo ilustra; pero mientras más alejado de los estatutos de Dios y, por tanto, más cerca de los estatutos humanos estuvieran, peor—.

[9] Mateo 4:8-10

[10] 1 Corintios 4:4 dice claramente que el Diablo es “el dios de este sistema de cosas” o “de este mundo”. Un sistema que surge desde el principio como rebelión del ser humano en contra de Dios.

[11] Esto lo podemos ver en Juan 6:15. Ahora, piense en lo siguiente: si el hombre más grande de todos los tiempos, un ser perfecto, el hijo de Dios, rechaza ser Rey –aunque fuera una proclamación popular–, entonces es porque sabe que no podrá hacer un bien plenamente bajo este sistema de gobierno, porque no importa quién sea el que gobierne, es el sistema el que no funciona. Él se opuso a que lo introdujeran en la escena política porque sabía claramente que su gobierno “no era parte de este mundo” (Juan 18:36).

[12] Revelación o Apocalipsis 16:13-16; 17:9-14.

[13] Para quienes no creen en lo que dice la Biblia, el escenario no cambia; aplica tanto si el ser humano evoluciono durante miles de años como si fue creado por un Dios inteligente. Las obras citadas que hablan sobre la evolución y mecanismos del Estado no toman en cuenta a Dios para nada.

[14] Estimo que por lo menos no el medio primario. Con esto quiero decir que puede que sea necesario en un momento apelar a estos medios —puesto que es la realidad en la que estamos sumergidos en el presente— para convalidar las demandas de una sociedad que pide “Libertad”. Pero este escenario requiere un análisis profundo que escapa del fin de este texto.

[*] Redes sociales del autor; instagram: @roymer_rivas / Twitter: @RoymerRivas

Dos eventos, ningún beneficio

Por Lerroy Garret

¿Cual es la razón de la repatriación? Recientemente el máximo vocero del departamento de seguridad interna de los Estados Unidos ha dicho algo así como que Venezuela no es un estado fallido y como tal no se justifica la admisión en territorio norteamericano de esa masiva inmigración de caminantes venezolanos.

Los Estados Unidos, o mejor dicho, las esferas de poder en Washington, conocen el alcance del terror en Venezuela, el declarar al régimen como hábil tanto en el estado de derecho como el reconocimiento de su fortaleza “económica” los Estados Unidos ganan dos importantes puntos estratégicos: primero, estigmatizar la inmigración como económica y no política, deja a la diáspora venezolana fuera de toda protección norteamericana o supranacional, sólo los refugiados por razones de persecución política o tortura son considerados. Y también, la diplomacia Americana busca normalizar las relaciones con su otrora más seguro suplidor de crudo.

El tema del levantamiento de las sanciones (principal bandera de la oposición colaboracionista) al cártel chavista ocupante del poder en Venezuela, ha anunciado que si la dictadura hace elecciones libres y se liberan los presos políticos se facilitaría el levantamiento de las sanciones al petróleo venezolano.

Esto no tiene otro origen que dejar de limitar las aspiraciones de Chevron y permitirle finalmente tomar el control de toda la cadena de valor dentro de la actividad petrolera en el país, la guerra en Ucrania empezó motorizar ese interés, pero ahora la jihad entre Hammas e Israel que podría generar un polvorín en el Medio Oriente, amenazando así el suministro principal de crudo en el mundo, abre manifiesta la oportunidad a Chevron, por razones de seguridad nacional norteamericana, que asuma el control de la producción petrolera venezolana.

Uno de los garrafales errores cometido por los líderes de los paros en el 2000 – 2003, fue creer ingenuamente que la diplomacia, y, en general, las relaciones internacionales estaban presurosas a salvar nuestra república en nombre de la declaración de los derechos de hombre y ciudadano, la carta de la ONU y demás retórica publicada y conocida. Nada más lejos de la cruda realidad, ya la diplomacia ha develado su tradicional rostro en un mundo preñado de intereses, atrás quedaron las formas y lenguaje encicopledista. En la era digital los intereses se manifiestan tal cual son.

¿Liberará la dictadura, en base al levantamiento de las sanciones, a los presos políticos? Posible sólamente algunos cercanos los días de navidad.

Occidente tiene que legitimar la banda chavista a juro, pues que son los indisputables poseedores del poder y el petróleo que se necesita. Siempre el petróleo ¿Habrán elecciones libres? ¡No!

No, el Esequibo no es de Venezuela

Por Roymer Rivas, escritor y teórico del Creativismo Filosófico.

Últimamente he visto cómo muchos venezolanos se manifiestan a favor de “defender la soberanía de Venezuela” en lo que al territorio de la Guayana Esequiba —o el Esequibo— respecta. De hecho, ya desde que estamos en el colegio nos inculcan ese “sentimiento nacional”, “patriótico”, de que el Esequibo es una zona en reclamación que le pertenece legítimamente a Venezuela. Empero, considero que esto es un error y que toda esta disputa territorial constituye en sí misma una prueba de lo mal que se conciben o aplican los principios del Derecho —hoy en manos de los Estados del mundo— a la hora de solucionar conflictos —que a veces surgen por el mismo motivo—, y de lo mal que concebimos hoy el modo en cómo debe organizarse la sociedad en general. Todo mal.

Muchas veces nos enfrascamos en solucionar problemas desde la legalidad, sobre todo si la misma nos beneficia, y no reparamos en preguntar si dicha legalidad es legitima per sé o, para este tipo de casos, más aun en el contexto histórico en donde surge —que si bien puede ser legitimo o no, visto desde un foco moral abstracto, la visión carece de sentido al momento de analizar los hechos según como se desarrollaron en el tiempo e hizo configurar todo el orden que hoy nos rige—. Por ello, considero que es necesario ampliar el panorama, sin caer en victimismos y dicotomías absurdas del tipo “buenos o malos; colonizadores y conquistados; etc.”, o en falacias ad misericordiam que aludan a un irrelevante patriotismo o sentimiento nacional, para poder analizar las cosas con mayor objetividad.

Con esto en mente, en este texto explicaré por qué carece de sentido pelear por el territorio de la Guayana Esequiba y, en consecuencia, lo más sensato sería —a efectos formales— firmar un papel que elimine toda disputa sobre el tema y reconozca el territorio como de la República Cooperativa de Guyana o simplemente hacer como que la disputa no existe y dejar que Guyana siga ejerciendo soberanía en la zona —que es lo que ha ocurrido fácticamente en la mayor parte de tiempo de la disputa, vale destacar—. No obstante, para llegar a tales conjeturas es necesario comprender ciertas cosas que esbozaré en adelante. Pero antes de ello, quiero aclarar que entiendo perfectamente que estas afirmaciones podrían causar polémica, pues va en contra de lo comúnmente aceptado en Venezuela, pero que la mayoría crea que estoy equivocado no es argumento suficiente para invalidar lo que aquí expresaré; ergo, a todo aquel que piense distinto lo invito a argumentar con lógica, solidez y en un marco de respeto, el por qué considera que estoy equivocado —si bien, estimo que no la tendrá fácil en la medida en que ir contra los argumentos que desarrollaré constituiría aceptar una contradicción en la defensa del Esequibo como territorio venezolano—. Sin más, comencemos.

1. Fijación de fronteras de los territorios en la época de la Venezuela Española

Es necesario tener presente que todos los territorios medianamente delimitados desde la llegada de los europeos a América fueron ganados a punta de bayoneta. Si bien es cierto que algunos tratados establecieron y/o reconocieron las fronteras territoriales repartidas entre ingleses, españoles, portugueses, neerlandeses, entre otros, esto no elimina el hecho que dichas fronteras se ganaron por imposición y despojo a los nativos americanos. Los años siguientes a la llegada a las costas venezolanas en 1498, los españoles comienzan expediciones para conocer y establecerse en el territorio, pero, en paralelo, neerlandeses, ingleses, franceses y otros van haciendo lo propio en otros lares. Si bien, antes de hablar sobre el “derecho” de los límites fronterizos en la época, considero necesario relatar algunas cosas.

1.1. Las expediciones españolas —y otras— por el Orinoco

Varias de estas expediciones españolas fueron dirigidas hacia el Orinoco con el fin de hacerse con el terreno —llevado además por la idea del “Dorado”, el reino de oro—, pero la mayoría fracasaron en el intento; en 1531 llega Diego de Ordaz acompañado de mil hombres, 400 de ellos veteranos, con el objetivo de explorar estas tierras habitadas por distintas tribus nativas, la mayoría belicosas, pero la expedición salió mal por todos lados, dadas las dificultades de atravesar las tierras, la oposición de algunos nativos, las enfermedades, y lo único que logró fue la molestia —y la muerte— de quienes le acompañaban y los nativos que habitaban en la zona[1]. Tan mal le fue a Ordaz que las expediciones por el Orinoco quedaron muy desacreditadas, “retrayéndose la gente española de ir tan lejos a arrostrar peligros ciertos por muy dudosos beneficios”[2]. Luego de las expediciones de Ordaz, le siguieron otras entre 1533 y 1535, pero no corrieron con mejor suerte que Ordaz en cuanto a las dificultades que se les presentaron, aunque sí lograron llegar un poco más lejos a través del Orinoco.

En este escenario, habiendo fracasado en su búsqueda de riquezas minerales, pero encontrando magnifica esas tierras, entienden que no lograrán nada con las armas y optan por evangelizar. Así, para 1576 se establecen colonias de misioneros “en toda parte donde pudo abrirse un camino el valor y la constancia del apostolado religioso” en las zonas del Orinoco. Sin embargo, el resultado de todo esfuerzo también fue el fracaso, puesto que los holandeses de Esequibo y zonas aledañas invadieron y expulsaron a los jesuitas de Guayana para el año 1579, llevando a que los españoles desistieran en su misión y dejaran esas tierras[3]. Doce años después de estos hechos es que nuevamente algunos españoles se animan a recorrer el Orinoco, después de fundar San José de Aruña en Trinidad, y establecer una población al este de la embocadura del río Caroní.

No obstante, aunque estas expediciones dieron a conocer tierras y abrió pasó para establecer ciudades, todavía para 1595 —y los años que le siguieron— los españoles habían sufrido pérdidas y enfrentado a muchas calamidades en la búsqueda del Dorado por Guayana —una búsqueda codiciosa que fue compartida también por extranjeros de otras nacionalidades[4]—. Para el año 1603, españoles y británicos se encontraban en paz, pero ese estado no fue aprovechado por los españoles para adentrarse en las zonas de Guayana —incluyendo el Esequibo— y, según nos cuenta Baralt, siquiera “perfeccionaron gran cosa el establecimiento ya fundado”[5]. Los españoles tuvieron que esperar hasta 1687 cuando los evangelizadores deciden llevar nuevamente el mensaje a los nativos del Orinoco, pero, después de muchas dificultades, es en 1725 cuando logran establecerse firmemente[6].

Pasado el tiempo, en 1756 se crea una comisión encargada de fijar “los límites de las posesiones españolas de Guayana”[7] trayendo consigo, además, la ganadería a ese territorio. Empero, estos esfuerzos fueron para el interior de Guayana, no para la zona del Esequibo, donde no había asentamientos españoles —o por lo menos no importantes—.

1.2. Entra Gran Bretaña oficialmente en el conflicto por el Esequibo

Por otra parte, es necesario mencionar que para el año 1616 los holandeses se asientan en el Fuerte Kykoveral cerca del Río Esequibo, desde donde administraron la colonia Esequibo de la Guyana Neerlandesa entre 1616 y 1739[8]. Además, ya para 1648 España había cedido el margen de la derecha del río Esequibo a los Países Bajos —dado que reconoció la independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos[9]—, por lo que la Guyana Española pasa a ser la “Guyana Holandesa”. Empero, una vez se crea la Capitanía General de Venezuela y se establece el río Esequibo como la frontera oriental entre España y Holanda —Países Bajos—, resalta el hecho de que la posesión del Esequibo por parte de España sería solo de iure —es decir, de derecho, de reconocimiento jurídico, legalmente—, puesto que no se había colonizado el territorio totalmente —siquiera una buena parte de ella—; en contraste, Países Bajos poseería el territorio de facto —es decir, de hecho—, pues sí administraban buena parte del terreno.

Es por este motivo que en 1791, ante las pretensiones holandesas de quedar en la zona y adjudicársela como suya, España firma con ésta un tratado de extradición, que abarca el establecimiento de relaciones jurídicas y de intercambio de presos, “en el cual España reconoce “como holandesas” las colonias del Esequibo, Demerara, Berbice y Surinam”, que se encuentran al este del río Esequibo[10] —una estrategia que pretendió salvar la posesión de iure de la zona oeste, sin cambiar nada más—. No obstante, todos estos territorios pasarían a las manos de los británicos en 1814 cuando Países Bajos los vende, conformando un total de 20.000 km2, dándole a Gran Bretaña presencia legal —de iure— en la zona[11]; si bien, esta extensión territorial es mucho menor que la zona en conflicto actual, lo que muestra la expansión territorial que tuvieron los británicos —antes, durante y— después de este hecho. Es desde este momento que Gran Bretaña se hace participe oficial del conflicto por el Esequibo.

1.3 Avance de Gran Bretaña en el Esequibo

En este escenario, para el año 1796 España e Inglaterra entran en guerra, llevando a la pérdida fáctica de Trinidad en 1797 con la llegada de flotas inglesas a la isla y cediendo la misma al firmar en el tratado de Amiens que dio fin a la guerra en 1802[12]. Durante este tiempo, los británicos no hicieron más que fortalecerse mientras, en contraste, comenzaba a profundizarse la decadencia de España; y, en el tema que nos compete —el Esequibo—, la situación descrita anteriormente no había cambiado por el lado de España, mientras que los ingleses si habían avanzado un poco más. De hecho, la paz entre ingleses y españoles duró poco, dado que es interrumpida en 1804 —una época donde Gran Bretaña ya la había declarado la guerra a Francia en 1803, en un contexto de alta influencia napoleónica en Europa; de hecho, para 1806, Holanda pasa a ser un Estado satélite de Francia con Luis Napoleón, hermano de Napoleón Bonaparte, siendo nombrado Rey de la zona, viéndose los reyes holandeses en la necesidad de refugiarse en Gran Bretaña[13]—. En este contexto de guerra, Francisco de Miranda aprovecha para seguir solicitando ayuda a los ingleses con el fin de liberar América de España, pero solo logró recibir la garantía de que no permitirían que franceses y españoles se dirigieran a América para impedir su empresa[14]. Comienza así oficialmente las crónicas de la muerte del reino de España en nuestras tierras y una mayor injerencia de británica en zonas cercanas a —y más delante dentro de— Venezuela.

Ya pasado unos años, en 1822 —cumplido el trato entre británicos y holandeses de 1814—, Venezuela, que forma parte de la Gran Colombia y está enfocada en las guerras independentistas, de la cual saldría muy pobre, comienza a protestar por las continuas invasiones de colonos ingleses en territorio venezolano. Para 1823, José Rafael Revenga, en ese entonces Ministro de Colombia en Londres, por órdenes de Simón Bolívar denuncia que los británicos “tienen usurpada una gran porción de tierra que, según los últimos tratados entre España y Holanda, nos pertenece”, pidiendo que se retiraran de la zona[15]. Estos reclamos se extendieron por los años, mientras solo se obtenía como respuesta la omisión de los británicos.

Así, para 1831 se constituye la “Guayana Británica”, por orden del Rey Guillermo IV del Reino Unido, y se comienza a profundizar el avance y establecimiento de colonos británicos al oeste del río Esequibo, aventajándose por la despoblación y de la precaria situación de Venezuela, quien se acababa de separar de la Gran Colombia y comienza apenas a institucionalizarse como país independiente. Cabe destacar, además, que para entonces el Reino Unido ya se estaba consolidando como la potencia hegemónica mundial, por lo que prácticamente podía hacer lo que quisiera sin oposición alguna.

1.4 El conflicto por el Esequibo se intensifica y Venezuela tiene todas las de perder

En el año 1835, un explorador alemán, de nombre Robert Hermann Schomburgk, ofrece sus servicios al gobierno británico para fijar las fronteras de la colonia y, una vez inspeccionada, fija una extensión de 4290 km2, pero cuatro años más tarde, en 1839, el mismo personaje vuelve a trazar frontera, pero ahora con 141.930 km2. Si bien, mientras por un lado Venezuela protestaba, “Gran Bretaña reconoció el trabajo de Schomburk como una actividad preliminar y sujeta a futuras discusiones”[16]. En este sentido, el 28 de noviembre de 1840 Venezuela recibe una notificación del gobierno británico indicando que Schomburgk había recibido la tarea de delimitar las fronteras de la colonia en el Esequibo, a lo que Venezuela responde que “nada podía hacerse hasta que no se concluyera un tratado de límites”[17].

A pesar de ello, en 1841 Venezuela comienza a protestar por lo que considera es suyo, desembocando en 1843 con una respuesta, de bastante peso para cómo se desarrollaron los hechos en la época, del Secretario Principal de Estado y Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Lord Aberdeen, quien alegó, entre otras cosas, “que Venezuela no tenía asentamientos en la región en disputa”[18]. Para julio 1844, Alejo Fortique, para entonces Ministro de Relaciones Exteriores venezolano, quien había elevado su voz protesta contra el avance británico, “propuso las bases para un arreglo en el cual estableció la “Línea Histórica” que determina el Río Esequibo como límite natural” —fundamentándose en los territorios de la Capitanía General y en el principio recogido en el uti possidetis iure o “posesión de y/o por derecho”—, pero la única respuesta y garantía que recibió era que a Venezuela “no le sería despojado la Boca del Río Orinoco”[19] —constituyendo así un presagio de lo que ocurriría en 1899—.

Llegado el 26 enero 1887, el ministro de Relaciones Exteriores, Diego Bautista Urbaneja, dirige una nota al ministro inglés, Saint John, señalando las infracciones cometidas por Gran Bretaña al usurpar territorio que consideraban “legítimamente venezolano”, agregando también que el presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco, había ordenado evacuar dicho territorio indebidamente ocupado desde las bocas del Orinoco hasta el Pomarón, amenazando con romper relaciones diplomáticas si no se daba el caso. Ante la omisión de Gran Bretaña, Antonio Guzmán Blanco cumple su palabra y rompe relaciones diplomáticas el 20 de febrero del mismo año, pero el gobierno británico ignora esto por completo y al año siguiente —1888— se expanden más e incluso se adjudican 203.310 km2 del territorio.

Dado todo el conflicto, y después de muchas protestas por parte de Venezuela, en 1897 se firma junto a Reino Unido el Tratado Arbitral de Washington D. C., por el cual las partes se comprometían a resolver el problema limítrofe mediante un arbitraje internacional, desembocando en Laudo Arbitral de Paris de 1899, el cual termino dictando un fallo a favor de Reino Unido; el mismo estaba conformado por 5 representantes: 2 de Reino Unido, 2 estadounidenses y 1 un ruso que fue elegido por los 4 que conformaron el arbitraje; si bien es cierto que Venezuela debía que estar representada por ciudadanos venezolanos, Reino Unido exigió que no fuera así, por lo que quedó en manos estadounidenses el destino del Esequibo, a Venezuela no le quedo de otra que aceptar, pues no tenía la fortaleza para oponerse al imperio Británico y temía perder incluso más terreno. Así, el 3 de octubre de 1899, despues de 6 dias de sesiones, a pesar de que se contaba con un plazo de 2 meses, por decisión unánime se falló a favor de Reino Unido.

Los días que siguieron al Laudo de Paris estuvieron acompañados de protestas por la decisión tomada, no obstante, Venezuela solo protesta por el resultado final del arbitraje sin denunciarlo oficialmente por los temores antes descritos[20]. Después del Laudo, se forma una comisión Mixta de Fronteras británico-venezolanas entre 1900 y 1905 para demarcar definitivamente de los límites entre Venezuela y la colonia de Guayana Británica, firmándose en el año 1907. Tras los hechos de 1964, en el año 1966 la ONU admite la demanda y se reconoce la contención venezolana a nivel internacional, lo que conllevó a la firma del Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero, en el que Reino Unido y Guyana reconocen las reclamaciones de Venezuela y establecen que deben mediar para fijar límites —sin reconocer explícitamente que “el Esequibo es de Venezuela”—.

1.5 Conclusiones parciales

En suma, el panorama es claro: los gobernadores de facto del Esequibo fueron durante mucho tiempo los holandeses e ingleses, siendo estos últimos quienes se adentrarían en el territorio casi por completo. Por su parte, los establecimientos españoles en la zona brillaban por su ausencia y, de hecho, ya se podían ver vestigios de la decadencia que le acaecería al Imperio Español en los años siguientes a 1800. En adición, Venezuela, aunque heredó sus territorios delineados por el Imperio Español, mucho menos se preocupó por ocupar lo que en principio le pertenecía, y una vez comenzaron a arrebatárselo no contaba con la fuerza suficiente para sostenerlo —en un siglo donde es la fuerza lo que cuenta; los territorios de absolutamente todos las colonias de América fueron ganados por la fuerza; si un nativo venezolano hubiese reclamado un territorio como suyo a España, en el mejor de los casos sería simplemente ignorado, en el peor caería muerto por la fuerza—.

De todo el breve relato contado hasta el momento, se infiera también que el derecho sobre territorio con más peso en la época era, en definitiva, el uti possidetis de facto, al que aludía Gran Bretaña, y no el uti possidetis iure, al que aludía Venezuela. Profundicemos un poco más en esto.

2. Iure versus Facto en contextos de invasiones: el Esequibo no es de Venezuela

Como mencioné antes, el uti possidetis iure hace referencia a aquello que se posee “de acuerdo al derecho”, un principio que sirvió para delimitar fronteras durante varios siglos, a través de tratados donde los Estados aceptaban los límites territoriales de otros. En el caso de América tras la separación de España, varios —entre ellos Simón Bolivar— apelaron a este principio para mantener los territorios que emergieron después de la llegada de los españoles. Sin embargo, otros Estados, como Brasil, delimitaron territorios bajo el principio uti possidetis de facto, que se basaba en la ocupación y efectivo control sobre el territorio que se adjudicaban como propio. Estas dos concepciones de establecer fronteras trajeron varios conflictos, pero si nos apegamos al contexto de la época, sobre todo hasta finales del siglo XIX, lo que tenía más peso era la posesión de facto y no por derecho.

De hecho, el siglo XIX es importante, porque hasta entonces los nuevos estados que surgieron y/o surgirían en América heredarían lo que España dejó y poseía efectivamente —teniendo o no títulos de derecho, lo cual incluía tratados internacionales de reconocimiento de territorios—, es decir, los territorios heredados efectivamente no eran aquellos que se poseyeran por derecho por descubrimiento o por firma de tratados, sino aquellos donde efectivamente ocupaban. De esto se infiere que, en la práctica, el papel no tenía mucho peso —no digo que no tenía ningún peso, digo que no era de mucho valor en comparación a la posesión efectiva del terreno—.

El Esequibo es una clara muestra de esto, de la primacía de la posesión de facto sobre el uti possidetis iure; suficiente con recordar la protesta de Alejo Fortique y la respuesta de Lord Aberdeen en el 1844 —ver sección anterior, párr. 1, 2—. El uti possidetis iure cobraría mayor relevancia durante el siglo XX, pero lamentablemente, nos guste o no, lo hizo demasiado tarde. Las mismas autoridades venezolanas aceptaron que no se podía hacer mucho en 1840, puesto que no se habían sentado a firmar tratados —uti possidetis iure—, y luego no hicieron más que apelar a una historia sacada de contexto para adjudicarse el Esequibo, aunque sin defenderlo efectivamente por miedo a la potencia del momento.

Además, si es el caso y el uti possidetis iure debe tener en ese contexto histórico mayor relevancia —que es de donde se apegan todos los que dicen que el Esequibo es “legítimamente de Venezuela”—, entonces debemos dividir todo el país en las difusas fronteras de las distintas tribus nativas que se encontraban en el territorio antes de la llegada de los españoles y, por tanto, Venezuela deja de existir tal y como la conocemos hoy; pero pedir eso es igual de absurdo que decir que el Esequibo es de Venezuela. Nos encontramos en una época de dominación y conquista, donde es la fuerza la que fija límites territoriales y, en algunos casos de respeto, son los tratados los que lo fijan —siempre y cuando sean respetados y el pueblo pueda defenderse de los invasores irrespetuosos, porque si no se da ese caso, de facto el terreno es de quien invade—; así se ganó el terreno España, luego lo heredó Venezuela y lo perdió por la misma razón.

3. Influencia, cultura y actualidad

A esto se suma el hecho de que, hoy por hoy, toda la población de la zona del Esequibo tiene muy pocos vínculos culturales con Venezuela —desde el idioma, que ya de por sí es mucho, hasta sus tradiciones y costumbres—, lo que da más fuerza al hecho de que España tuvo poca injerencia allí, mientras que los holandeses y los británicos sí. Carece de sentido adjudicarse un terreno como propio e ignorar a su vez a toda su población —aunque entiendo que a efectos geopolíticos y de recursos naturales, que es realmente por lo que se aviva el conflicto, eso importa poco—. Y para muestra, un botón: el 2 de enero del año 1969 se produce un movimiento separatista en Lethem, al sur de Guyana Esequiba, que controlado por las fuerzas de defensa de Guyana, en ese entonces, los rebeldes solicitaron ayuda al gobierno de Venezuela invocando su “nacionalidad venezolana”, pero Rafael Caldera, el entonces presidente, se abstuvo de apoyar el movimiento; lo único que hizo el gobierno venezolano fue dar la nacionalidad venezolana a quienes huyeron a territorio verdaderamente venezolano. Entonces, surgen las preguntas: (i) ¿Si el Esequibo es de Venezuela, por qué fácticamente se actúa como si no lo fuera? Y (ii) ¿Si el Esequibo es de Venezuela, por qué dar “nacionalidad venezolana” a personas que se supone “ya son venezolanos” por el mero hecho de que —supuestamente— el Esequibo es de Venezuela? Algunos podrían decir que era para evitar un conflicto bélico, lo cual es sensato, más teniendo en cuenta que Guyana acusó a Venezuela de alentar al movimiento separatista, pero lo cierto es que nunca hubo intención real en ejercer dominio sobre el territorio, ni por parte de España un por parte de Venezuela.

Por si fuera poco, el mismo Hugo Chávez, en su intento por ganarse el favor del continente, en el año 2004 flexibiliza la relación con Guyana y permite las operaciones de infraestructura y desarrollo del gobierno de Georgetown en el Esequibo, llegando incluso a afirmar que la reclamación de 1962, que lleva a la firma del Tratado de Ginebra en 1966, fue “orquestada desde Washington para presionar al gobierno izquierdista de Guyana”; en otras palabras, que el Esequibo nunca fue de Venezuela y, por tanto, nunca debió reclamar a la ONU por ello.

Lo que sucede realmente con la zona del Esequibo es que desde Venezuela se apela a sentimientos nacionales e históricos —totalmente descontextualizados— para decir “esto nos pertenece”, sin haberlo sido efectivamente y sin ser ahora realmente así, porque a nadie le gusta perder. Además de este sentimiento de perdedor, la lucha por un territorio que, de facto, históricamente y culturalmente nunca ha pertenecido al país, actualmente responde más a los hechos de que (i) se ha alimentado la idea —instrumentalizada políticamente— de que Venezuela ha sido víctima de ataques imperiales a lo largo de su existencia y (ii) que ahora se sabe que es rico en recursos naturales. Un absurdo total. Nos encontramos en un escenario de retórica política sin fundamento, apoyado o seguido por una masa que no se preocupa por comprender la historia tal y como se dio, independientemente de si comparten ideologías o no con el gobierno de turno, que no permite soltar y avanzar —que es lo que debe hacer Venezuela con el Esequibo—.

4. Algunas posibles objeciones a lo expresado

Quien haya llegado hasta aquí puede decir que estoy que por la fuerza se pueden ganar territorios, independientemente de su legitimidad, pero tomar tal postura es no comprender lo que desarrollo en el texto; no estoy diciendo que las acciones de Gran Bretaña en el Esequibo hayan sido legítimas y, por tanto, le pertenece —luego heredado a Guyana—, lo que estoy diciendo es que, en el contexto histórico donde se desarrollaron los hechos, Gran Bretaña tenía todas las de ganar, como fue el caso, no es legítimo, pero así fueron las cosas, tampoco fueron legitimas moralmente las acciones de España y aun así hoy se usan las fronteras heredadas del mismo para pelear por algo que Gran Bretaña se ganó de la misma manera. Esto no se trata de ver qué es legítimo o no, se trata de aceptar las cosas tal y como se dieron. He aquí precisamente la contradicción y doble moral de quienes defienden el Esequibo como de Venezuela: que se lucha por algo que otros ganaron de la misma manera en que España y Venezuela, tal y como se concibe en la actualidad, ganaron lo suyo.

También, otros puedes decir que con mi lógica podríamos defender lo que Rusia está haciendo con territorios de Ucrania, pero tal argumento no cabe en el debate; en principio, nos encontramos en diferentes momentos históricos y hoy si tiene más peso el uti possidetis iure que el de facto; en segundo lugar, si de legitimidad y moralidad hablamos, lo correcto sería que cada pueblo, sin importar lo grande o pequeño que sea, pueda establecer las normas por las que se regirá la comunidad o sociedad que en su territorio hacen vida, dando paso al derecho de secesión. Pero como ésta concepción moral no es la que hoy rige el mundo —eso es pedir mucho—, nos tenemos que aguantar con la espuria “legitimidad” de fronteras vinculadas al concepto de Estado-Nación, por lo que las acciones de Rusia son inmorales en la medida en que no respetó la soberanía de otra nación[21].

Otro argumento que pueden decir —aunque más que un argumento es una acusación— es que estoy siendo un apátrida y un traidor por no reconocer el Esequibo como de Venezuela; a estos les respondo: (i) mi patria es donde están mis pies y donde tengo vínculos culturales y emotivos, es de hecho ese el máximo significado del término “patria”, así que si a eso caemos, entonces es más apátrida aquel que quiere decir que es suya una cultura distinta y un terreno que muy probablemente jamás en su vida ha visitado, no conforme con eso, es también un ser con aires de conquistador que pretende criticar a otros conquistadores; y (ii) teniendo en cuenta el punto (i), entonces no solo no soy un traidor, sino que soy aún más nacionalista que aquellos que dicen serlo y pretenden luchar por algo que jamás fue de la nación.

5. Refutando algunas posturas comunes

Habiendo dicho lo anterior, quiero destacar algunos errores que cometen historiadores al momento de hablar sobre el tema en cuestión. Algunos afirman que la sentencia del Tribunal de Arbitraje reunido en París para definir la disputa sobre la frontera del Esequibo con Venezuela y Guayana está viciado de nulidad, y en efecto, visto tal y como se ven las cosas hoy, es así, pero ignora —me gustaría pensar que por emoción— que absolutamente todos los territorios de América se fijaron ilegítimamente, ergo, en última instancia, el territorio “legal” de la Capitanía General de Venezuela tiene el mismo grado de nulidad que el Laudo Arbitral de París.

Algunos, como Manuel Donís —doctor en Historia, profesor universitario e investigador del Instituto de Investigaciones Históricas P. Hermann González Oropeza, S. J. (IIH) de la UCAB—, llegan más allá y dicen que el Laudo de París es una “verdad procesal, pero no real”, dado que “Venezuela no ha aceptado de forma legítima y expresa, ni durante ni después, la ejecución del laudo”[22], pero tales afirmaciones no son del todo ciertas; es cierto que Venezuela protestó por el Laudo de París —de hecho, viene protestando desde 1822 por las continuas invasiones británicas—, pero también es cierto que, por un lado, esto es irrelevante para el contexto de la época y, por el otro, Venezuela nunca trascendió esas contadas protestas, nunca ejerció dominio en la zona y nunca se preocupó efectivamente por lo que sucedía en la zona.

Otros apuntan a que España siempre ejerció soberanía allí para despues sostener cómo el terreno es de Venezuela por herencia. En esta línea, el abogado Freddy Guriérrez Trejo publicó un artículo donde dice que, “antes de la guerra de independencia, España ejercía sus dominios sobre esos espacios que tiempo después estuvieron en controversia”, pasando a mencionar que “entre 1819, año de celebración del Congreso de Angostura, y la Constitución de 1821 en Villa de Rosario, que crea la Gran Colombia, se definió el espacio” del país fundamentado en la Capitanía General, algo que se sostiene en el uti possidetis iure que considera “incuestionable” y de “aceptación universal”[23], craso error. En primer lugar, ya vimos cómo hasta finales del siglo XIX el uti possidetis iure no era de aceptación universal y más bien quedaba solapado por el uti possidetis facto; en segundo lugar, si bien es cierto que en papel es incuestionable que el territorio se consideraba “de Venezuela”, es falso que España ejercía dominio efectivamente en la zona en reclamación del Esequibo y también es cuestionable que lo haya ocupado al mismo grado que lo hizo Gran Bretaña.

Pero, así como Venezuela ha establecido como suyo el Esequibo desde 1811, Gran Bretaña lo hizo —sea por omisión, o por ocupación de facto— en los años siguientes, especialmente desde 1831. Además, en la actualidad —y desde siempre con los holandeses y británicos— es Guyana, que desde 1980 establece la inclusión del territorio dentro de sus límites en la Constitución, quien administra como propio el Esequibo, sin importar los reclamos de Venezuela.

En este sentido, tengo que recordarle a estos historiadores y abogados que este tipo de conflictos históricos a veces no se resuelven solamente por lo que es considerado “legal” o “moral”, los mismos acontecimientos y la continua pelea por las dos concepciones del derecho para fijar fronteras oscurece el asunto. Empero, si ampliamos y vemos el panorama completo, se esclarece y pueden vislumbrarse caminos de solución del conflicto. Por todo lo expresado hasta ahora, indudablemente el Esequibo no puede ser considerado de Venezuela.

6. Conclusiones finales

En resumen, desde la llegada del Imperio Español a América, España se adjudicó el territorio del Esequibo sin que más tarde —jamás— se esforzara en explotar ni en establecer en el sitio, tal y como sí lo hizo con otras zonas de Venezuela; y esto en una época de imperios, dominio y conquista puede salir muy caro. Más adelante, cuando Venezuela se separa del imperio, las autoridades del país tampoco se preocuparon por establecerse en el lugar, pues se concentraron en librarse de España y, una vez constituida Venezuela como independiente en 1830, en institucionalizar la nueva nación; todo en una época donde el Imperio Británico crecía cada vez más y la posesión de facto importaba más que la de derecho. Si bien Venezuela protestó por lo que consideraba suyo, no pudo hacer mucho.

Además, dejando de lado el territorio como tal, hay que tener presente que el pueblo del Esequibo no comparte fuertes vínculos culturales con la población Venezolana, precisamente por la poca incidencia que tuvo España y luego la constituida Venezuela en el lugar, por tanto, adjudicarse el Esequibo como propio y pelear por él —si llega a darse el caso— atentaría contra la libre determinación de ese pueblo. La cosa sería distinta si se hiciera un referéndum en el que participaran absolutamente toda la población del Esequibo y se le preguntara si quieren formar parte de Venezuela o no —a lo que muy probablemente gane el “no”, porque a esa gente no le interesaría formar parte de un país sumergido en la peor crisis política, económica, social y, en suma, existencial de toda su historia, mucho menos bajo la dictadura de Nicolás Maduro—.

En este orden de ideas, destaca la idea de que la misma España y la misma Venezuela ganaron sus fronteras a punta de bayoneta, por lo que no se diferencian en nada a lo que hizo Gran Bretaña y, en última instancia, apegandonos a la ley de decencia elemental y, por tanto, la moralidad universal, todas las fronteras de hoy son “ilegitimas” por su origen de conquistas. Si hemos de juzgar el Esequibo como propio por que fue “arrebatado por los británicos”, también hemos de juzgar como “no propio” todas las fronteras de Venezuela que les fueron arrebatadas a los nativos. Pero como apelar a esto en el vacío es una estupidez —pues hay que desarrollar argumentos morales para fijar límites teritoriales partiendo del concepto de propiedad privada; que aquí no compete—, y dado que no se puede resarcir a los nativos fallecidos con el territorio que les fue arrebatado y que todos los protagonistas de los conflictos territoriales del siglo XIX están muertos, simplemente hemos de aceptar que Venezuela perdió el territorio, es lo más sensato.

Sin embargo, si alguien quiere realmente defender fronteras territoriales y estar en línea con su sentir nacionalista y/o patriótico, lo invito a que comience a exigir el derecho a secesión para que cada comunidad del país determine su futuro, en un contexto donde en “nuestro mismo territorio” un gobierno tiránico somete a toda una sociedad dentro de las fronteras que domina.

Venezuela no necesita el Esequibo, que desde hace mucho tiempo no le pertenece —nunca lo hizo de forma efectiva—, lo que necesita es salir de la crisis actual, re-institucionalizarse, y respetar la libertad de todos sus habitantes en busca del desarrollo; y eso no se logra en una pelea territorial sin sentido, sino enfocándonos en nuestras propias necesidades y ver como satisfacerlas, con trabajo, responsabilidad y respeto a todos los que nos rodean. Antes de pretender ejercer dominio sobre un territorio ajeno, Venezuela debería preocuparse por dominar bien el suyo.


[1] Esto lo menciona Rafael María Baralt en sus textos del siglo XIX. Al respecto, puede revisar: Rafael María Baralt. 2016. Resumen de la historia de Venezuela, Tomo I. publicado por Editorial UNERMB. Págs. 357-362. El autor relata cómo Diego de Ordaz se lo llevan preso a Santo Domingo después de su notable fracaso en la expedición y, aunque se libra, e incluso es incentivado a continuar, decide marcharse a España por su estado de Salud, muriendo envenenado en el camino.

[2] Ibídem., pág. 362.

[3] Ibídem., pág. 365.

[4] Ibídem., pág. 367, 368. Para estas fechas, la reina Isabel se encontraba en guerra con Felipe II, Francia y Países Bajos, pero no por ello desentendió las expediciones inglesas en la actual América. De hecho, la ciudad que habían fundado los españoles en Trinidad fue destruida por los británicos en 1595 y las expediciones británicas continuaron por el Orinoco, pero ya para 1603 Gran Bretaña se encontraba en relativa paz con España, por lo que incluso fueron ejecutados aquellos que atacaron colonias españolas para la fecha (ver Ibídem., pág. 370). Es necesario mencionar que para 1595 los neerlandeses son “expulsados” del área por los españoles, firmando un acuerdo donde se establece la frontera oriental en el Río Esequibo. Si bien, la cosa no cambia: los españoles se enfocaron más en su búsqueda del Dorado y no se establecieron en las zonas del Esequibo —seguir leyendo el texto—.

[5] Ibídem., pág. 371.

[6] Ibídem., pág. 374.

[7] Ibídem., pág. 375.

[8] Para el año 1666 los holandeses son expulsados por los ingleses, empero, la administración de la zona sigue estando a manos neerlandesas. No fue sino hasta 1814 cuando los territorios holandeses pasan oficialmente a las manos de Gran Bretaña, desembocando en que en el año 1831 se constituyera la Guyana Británica, como veremos más adelante.

[9] María A. González P. 2015. La Guyana Esequiba: la pérdida del Esequibo venezolano a propósito del arbitraje del Laudo de Paris de 1899. Bogotá, Colombia. Tesis para obtener la Maestría en Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Javeriana. Pág. 17.

[10] Ibídem., pág. 18.

[11] Ibídem., págs. 11, 19.

[12] Rafael María Baralt. 2016. Resumen de la historia de Venezuela, Tomo II. publicado por Editorial UNERMB. Pág. 54. Cabe mencionar, como dato curioso, que fue precisamente la isla de Trinidad el lugar desde donde salió el arsenal para armar a los independentistas que terminaron por conseguir la separación de Venezuela del Imperio Español, orquestado en buena medida por Francisco de Miranda.

[13] Óp. Cit. La Guyana Esequiba: la pérdida del Esequibo venezolano a propósito del arbitraje del Laudo de Paris de 1899., pág. 17.

[14] Óp. Cit. Resumen de la historia de Venezuela, Tomo II, pág. 69.

[15] Óp. Cit. La Guyana Esequiba: la pérdida del Esequibo venezolano a propósito del arbitraje del Laudo de Paris de 1899., pág. 20.

[16] Ibídem., pág. 22.

[17] En Ibídem. Esto es importante, porque muestra cómo Venezuela misma pone en duda su “derecho” sobre el Esequibo, sea porque no administraba fácticamente la zona o porque temía a Gran Bretaña.

[18] Ibídem.

[19] Ibídem.

[20] No fue sino hasta mucho tiempo después, en 1962, cuando la denuncia de Venezuela se hace efectiva, dado que se descubrió en 1948 que los abogados estadounidenses que representaron a Venezuela en 1899 habían negociado en secreto con Gran Bretaña para despojar legalmente a Venezuela del Esequibo. Así, Marcos Falcón Briceño, canciller de Venezuela, acude a la ONU y denuncia ante el mundo que considera nula la decisión del Laudo Arbitral de París.

[21] Aquí habría que ver además si la población que habita en los territorios de ucrania anexados por Rusia quieren realmente formar parte de Rusia, porque si ese es el caso, se cae el discurso y argumento de legitimidad y moralidad de quienes sostienen que el territorio es de Ucrania, yendo en contra de la libre determinación de los pueblos que allí habitan. Pero eso es otra historia; solo menciono el caso a modo de ilustración del punto que he desarrollado.

[22] En Grace Lafontant. 2023. Historiador Manuel Donís: “El Esequibo es legítimamente venezolano”. Artículo publicado en El Ucabista. Puede acceder a través de: https://elucabista.com/2023/05/09/historiador-manuel-donis-el-esequibo-es-legitimamente-venezolano/ (Consultado el 11 de septiembre de 2023).

[23] Freddy Gutierrez Trejo. 2023. El Esequibo y el referéndum. Articulo publicado en el portal TalCual. Puede acceder a través de: https://talcualdigital.com/el-esequibo-y-el-referendum-por-freddy-gutierrez-trejo/ (Consultado el 12 de octubre de 2023).

En la mira: el fraude de las encuestas en Venezuela

Ricardo Guanipa d’Erizans

El venenoso alacrán chavista Oscar Schemel, quien fue diputado de la ilegal Asamblea Constituyente inventada por el narcotraficante fugitivo Diosdado Cabello, conspira para crear el ambiente propicio para que Elvis Amoroso y la banda de delincuentes del CNE nuevamente realicen un fraude electoral en las elecciones presidenciales del 2024.

El desvergonzado de Schemel utiliza su firma fraudulenta de encuestas Hinterlaces para difundir información falsa a favor de Nicolás Maduro, otro narcotraficante fugitivo que ofrecen 15 millones de dólares para quienes lo detengan a ayuden a su detención para extraditarlo a EE. UU.

Oscar Schemel sin ningún tipo de moral y escrúpulos asegura que Maduro goza con un apoyo popular en Venezuela de 51%, y eso es totalmente falso, la mejor encuesta en Venezuela es gritar en una concentración de miles o cientos de miles de venezolanos el apellido «Maduro» y obtener como respuesta un grito unánime «Coño e’ tu madre». Esta es la encuesta real a pesar que el estafador Schemel falsifique sondeos para favorecer a Maduro, pero el sol no se puede tapar con un dedo.

¿En qué cabeza cabe que un delincuente como Maduro, que ahora luce un anillo con una gigantesca  esmeralda verde, tan verde como los billetes de cien dólares que se ha robado, pueda tener un 51% de apoyo en un país donde los apagones están a la orden del día, no hay alimentos ni medicamentos, falta de gasolina, militares y policías extorsionan a diario a los ciudadanos, el sistema educativo es un caos mientras la seguridad del país esta manos de bandas de crimen organizado como el grupo narcoterrorista Tren de Aragua y todo por la incapacidad de Maduro y sus hampones del PSUV?

Hinterlace y su estafador propietario chavista tienen que ser sancionados por la comunidad internacional ante esta peligrosa conspiración de evitar que se restituya el sistema democrático en Venezuela a través de elecciones transparantes.

Schemel no le interesa si en Venezuela hay dictadura o democracia, él está bien como esta, tiene inmunidad para delinquir y suficiente dinero para vivir con los mayores privilegios dentro de Venezuela, desde costosas bebidas alcohólicas y propiedades de lujo hasta bacanales revolucionarios organizado por sus camaradas chavistas.

Lo que veo es que el Luis Vicente León si olió el peligroso riesgo que representa falsificar encuestas y le dejó ese muerto al tránsfuga de Schemel, que en otrora fue un infiltrado del chavismo dentro de la oposición, por eso ahora Hinterlace hace el trabajo sucio que se negó a seguir haciendo Datanálisis, por ahora; me imagino que Luis Vicente está esperando que lo vuelvan a comprar.

Pero hay que ver con lupa lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir en los próximos días, Henry Ramos Allup y Diosdado Cabello, Acción Democrática y el PSUV, que son el chavismo, están trabajando juntos para dinamitar las primarias; los adecos le entregaron a Diosdado parte de la data de electores y ahora quieren culpar a Jesús María Casal, pero este último es hombre de confianza de Elvis Amoroso y por ende de Maduro.

No obstante, los adecos y el PSUV han sacado a su delfín, se trata del socialista de Carlos Prosperi Manuitt —familia chavista Manuitt de los llanos— quien trabajando en sintonía con Diosdado Cabello ha dicho que no sabe dónde está ubicado su centro electoral para ejercer su derecho al voto, imagínense ustedes si ese retardado mental no es capaz de encontrar un centro de votación como va a encontrar la salida a crisis del país.

En fin, la mafia adeca y chavista que siempre han estado trabajando juntos desde que el malandro de Ramos Allup tomó el control de ese histórico partido en el pasado integrado por gente decente, ahora trabajan sin descanso para fabricar la candidatura del descerebrado de Prosperi quien es el candidato de Diosdado para las primarias opositoras.

Se los dije la semana pasada, la mafia adeca sigue dinamitando las primarias para evitar un triunfo de María Corina Machado, ahora Ramos Allup ha pedido a la antigua DISIP —hoy Sebin— que presione a su camarada Jesús María Casal bajo acusaciones de financiamiento extranjero para la convocatoria del día 22 de octubre y evitar que la eficiente Sumate sea quien lleve a cabo las primarias.   

Lo que olvidan los mafiosos adecos y sus camaradas del PSUV es que existe la experiencia y la eficiencia del pasado para llevar a cabo cualquier consulta electoral sin el apoyo de los roba votos del CNE y me refiero al plebiscito donde más de 7.186.170 venezolanos participaron en la consulta popular “El Pueblo Decide” convocada por la Asamblea Nacional y la sociedad civil el 16 de julio de 2017. Diosdado agarra jabón pa’ que laves y tu Henry Ramos recuerda que plátano verde mancha.   

Por cierto, Sumate debería de abrir una cuenta y así los venezolanos podemos contribuir para cubrir los gastos de las primarias y evitar que el narcotraficante de Diosdado Cabellos y sus capos infecten con dinero sucio las primarias del 22 de octubre.  

Redes del autor: Twitter @ricardoguanipa / Instagram: @guanipar / Email: [email protected]

¿Es Venezuela un país seguro?

Por Antonio Semprun, coronel de la Guardia Nacional en el exilio.

La afirmación en boca de un alto funcionario de los Estados Unidos, de que Venezuela es un país seguro, seria real si esa sensación de seguridad se le brindara y la percibieran los venezolanos, si la democracia como sistema de gobierno no estuviera pisoteada y si se respetaran los derechos humanos.

La organización criminal que tiene secuestrado el poder en Venezuela la hace un país seguro en este momento para la delincuencia, para el narcotráfico, para la guerrilla colombiana, y ante esa realidad es obligado hacerse una pregunta: ¿Por qué un país que debe ser garante de seguridad en todos los ámbitos ve a Venezuela como un país seguro?

Afirmar que Venezuela es un país seguro sigue poniendo en riesgo el derecho a la vida y el respeto a los derechos humanos, Venezuela está gobernada por un personaje sobre quien el Departamento de Estado ofreció una recompensa de quince millones de dólares por “narcotrafico” y puso en búsqueda a otros miembros de su cúpula.

Si Venezuela fuera un país seguro, Estados Unidos no estaría recibiendo un porcentaje importante de venezolanos que han emigrado de su país en busca de una mejor calidad de vida y de Seguridad Social.

Un país seguro no motiva el éxodo inédito venezolano en el continente suramericano, la manera como muchos de esos venezolanos han intentado ingresar a Estados Unidos no es la correcta, sobre todo porque existen dos motivaciones: (i) la que obliga la búsqueda de un mejor futuro —y para eso se debe acatar estrictamente las leyes que rigen el país elegido—; (ii) y la promovida por una agenda oculta financiada por intereses oscuros que transgrede e irrespeta el ordenamiento jurídico del país seleccionando.

Los Semerucos: el doble emblema

Por Leroy Garrett.

Han pasado veinte años de estos sucesos; para los jóvenes de hoy otro episodio del cada día más remoto recurso de la protesta pública. Ya nadie quiere participar donde te matan e igual no pasa nada.

Los Semerucos fue tal vez el gran emblema de la apertura petrolera venezolana de los años 90, una urbanización hecha por Maraven, entonces filial de PDVSA para personal expatriado, en residencia temporal en la comunidad Cardon, península de Paraguana. Este era un talento que venía con las contratistas internacionales a cambiar el patrón de refinación de la refinería Cardon, en cumplimiento de los nuevos estándares internacionales contenidos en la ley aire limpio de la era Clinton.

Los Semerucos recibió la inmigración temporal norteamericana más numerosa hasta hoy en la história de Venezuela, 150 familias de la mencionada procedencia hicieron vida en Paraguaná por casi 4 años. Quien esto escribe fue testigo y actor de esos tiempos del recordado Proyecto PARC.

Finalizado el proyecto, se permitió a la nómina local de Maraven DR —División de Refinanciación— ocupar las casas con un módico pago tomado de nómina y no era de dudar que eventualmente la compañía las vendería a sus empleados, siendo Cardon pionero en no mantener régimen de campamento desde antes de la nacionalización.

Empero, tras la llegada de Chávez cambia todo. Una de las grandes omisiones de la narrativa política actual ha sido la crisis de PDVSA y su trágico resultado. Todos tenemos una idea pero, en grosso modo, la crisis fue creada por el gobierno, estimulada por enfrentamientos a varios niveles de la industria —destacando notorios impasses entre funcionarios del ministerio de energía y minas y la gerencia media de las áreas de producción—, la introducción de militares activos a una institución plenamente civil y enclaustrada, y la designación de directivos en personas de tradición hostil, al mayor y mas exitoso modelo corporativo ligado al estado venezolano entonces.

Lo cierto es que no solo el chavismo genera la crisis sino que la gana. Recordaremos que los militares que sacan a Chávez en la masacre de Abril lo devuelven y, cuando se creyó que la gerencia meritocrática de PDVSA iba a asumir una función de gobierno con Carmona, se desencadena un via crucis trágico que deviene en el fracaso de la huelga petrolera y nacional de diciembre del 2002 y los despidos masivos de la industria del 2003.

¿Qué pasó? Lo mismo que ha venido ocurriendo, los empleados de la corporación, ahora héroes televisivos junto a los alacranes —que en ese entonces no se conocían así—, creyeron que a Chávez se tumbaba por televisión y pagaron ellos —los famosos “Gerentes”— y hasta el más modesto empleado de la empresa por tamaña ingenuidad política.

Los Semerucos, ese rincón de noble antecedente dentro de la geografía petrolera, fue la apoteosis de lo que en el presente ya es cotidiano, represión, violencia, maltrato físico, muerte.

Era importante como simbolismo para La Habana y la línea chavista talibana. Las agresiones a los Semerucos se destinaban a liquidar el último eslabón de la clase media y profesional en Venezuela.

Desde la caída y expulsión violenta de los empleados petroleros de la urbanización Los Semerucos, el chavismo se apoderó de Venezuela hasta el día de hoy.